Aceché a un angelito que encontré en la calle. La atacaba por detrás, la ataba a un cochecito y jugaba con muñecas mientras dormía. Chupé sus pechos aún en desarrollo hasta la saciedad. Sujeté su cuerpo aterrorizado y resistente e introduje sin descanso mi polla de adulto en su pequeña vagina. Moví las caderas de placer y eyaculé. La casqué tan fuerte que ni siquiera tuvo tiempo de recuperar el aliento mientras nos duchábamos juntos, y luego, el día que nos conocimos, me meé encima de ella. Cuatro hombres...