Aquella noche, el marido llegó a casa borracho, algo poco habitual en él. El dueño de la empresa le sujetó porque no podía mantenerse en pie. Apenas capaz de hablar, el marido intenta persuadir a su jefe para que se quede, diciéndole: "Tómate otra copa", pero finalmente se queda dormido. Los dos hombres se quedan solos. "Se me dan bien los masajes", dijo el jefe con una sonrisa, mientras sus manos empezaban a acariciar cada vez más el cuerpo de su mujer Sae...