Fuka empieza a reformar su casa en sustitución de su marido, que siempre está de viaje. Cuando Koga, el banquero en el que ella confía para todo, le explica con detalle el préstamo, él la fuerza. Por mucho que intente borrar el recuerdo, su cuerpo, tras experimentar el placer del pene de otro hombre, sigue caliente y palpitante. Hoy, Fuka sigue esperando a que suene el timbre de la puerta a la espera de la llegada de Koga...