Vivía la vida de un pródigo, torturado por la presión de mi madre. Ella no quería que me volviera como mi padre, alcohólico y desaliñado, pero la aterradora presión de mi madre me llevaba al límite. Un día, no pude soportarlo más e impulsivamente me escapé de casa, acabando quedándome con mi tía Miho ...... Miho me trató como a una niña, indefensa. Y ella...