En el barrio corría el rumor de que una mujer de enormes pechos, vestida con un mono ajustado, seducía a hombres casados y practicaba con ellos sexo desenfrenado. Mi mujer y yo llevábamos una vida normal, pero la mujer que se había mudado a la casa de al lado había puesto sus ojos en mí. No podía deshacerme de esta mujer de enormes pechos e ignoraba a mi mujer que esperaba a que volviera a casa.