Fue un momento de paz con mi marido, pero seguía sintiéndome resentida. Como distracción, fui a un cine que había frecuentado desde niña. Era un lugar lleno de nostalgia, y me alegró ver que el director del cine, Umeda-san, parecía gozar de buena salud. Pero a partir de ese día, las cosas se pusieron un poco raras. No recordaba nada de la proyección y una extraña sensación persistía en mi cuerpo. Decidí volver al cine para ver por qué. Entonces, de repente...