La primavera siempre sonríe, y la fragancia de las hojas verdes flota en el aire de camino a casa desde el colegio. La primavera siempre sonríe cuando nos empapa una repentina tormenta al salir del colegio. Su cuerpo menudo y aniñado, sus pechos turgentes asomando a través del uniforme y sus muslos blancos como la nieve asomando por debajo de la falda me provocaron un sofoco en la entrepierna. "Quieres follarme, ¿verdad? Eh, ¿profesora?" Soy profesor y sé que no debo sentir nada por mis alumnos, pero quiero primavera. Un profesor que aún no ha experimentado la primavera...