Cuando sólo faltaban dos meses para el nacimiento de mi mujer, mi suegra Mayuka vino a Tokio desde su ciudad natal para cuidar de ella. Gracias a Mayuka, el ambiente en la casa era un poco más ligero, pero la relación entre mi mujer y yo seguía siendo tensa. Mi mujer había descubierto que me masturbaba en secreto, y yo me encontraba en una situación en la que tenía prohibido hacerlo. Mientras tanto, no puedo resistirme a los encantos de Mayuka, así que...