Suzuki, de 22 años, tiene el pelo oscuro y una cara de niña que, incluso ahora, de vez en cuando le obliga a confirmar su edad. Suele trabajar como chica de la cerveza en un estadio de béisbol, y su brillante sonrisa y encantador carisma hacen que la gente siga adivinando que ha sido contratada para encontrarla. Ésta era su primera vez en Daikanyama. Aunque se rió y dijo que estaba tan de moda que la hacía sentir incómoda, sorprendentemente, parecía estar disfrutando mucho del ambiente. Parecía haber sido criada con una educación bastante estricta, lo que puede haberla llevado a tomar esta audaz decisión. No tiene novio. Pasa la mayor parte del tiempo en casa y rara vez tiene la oportunidad de conocer gente nueva. Todas sus relaciones anteriores habían sido poco exitosas, y se reía para sus adentros diciendo: "Quizá soy una máquina que produce cabronazos". Tuvo una compañera de juegos hace unos años, pero ya no, y admite libremente sentirse un poco frustrada. Sus pechos eran sensibles, especialmente sus pezones. Si se los tocaba, reaccionaban de inmediato. El contraste entre sus amplios pechos de copa H y la cara de su muñeca era más fuerte de lo que pensaba. También me dijo que se había comprado un bonito tanga para la ocasión, revelando su lado un poco atrevido y a la vez un poco tímido. La hice sentarse en posición de M en el sofá y lamer sus partes íntimas mientras las acariciaba con los dedos. Se reprimió tímidamente, pero al final no pudo contenerse y se corrió rápidamente. Su encantadora reacción hizo que mi polla se pusiera ya erecta. Llevé mi polla a su boca, mostrándosela mientras ella la lamía lentamente, haciendo ruidos. Sus suaves pezones se enroscaron poco a poco en los míos, excitándome aún más. Cuando le pregunté: "Te gusta el sexo oral, ¿verdad?". Ella sonrió tímidamente y dijo: "Estoy pillada". Era tan mona la forma en que sonreía y se mostraba tímida a veces. Aunque aún no conocía la zona de Daikanyama, su aura única atraía a la gente.