Mientras caminaba, me topé con una conocida a la que no veía desde hacía diez años. Era mi compañera de clase, Meisha, a la que hacía diez años que no veía. Había invitado casi a la fuerza a Meisha a mi casa, donde había dejado de ser una inocente para convertirse en una encantadora mujer adulta. Mientras charlábamos y ella se acercaba a mí, no pude evitar sentir la distancia que nos separaba...