Después de casarme y tener un hijo, me retiré de mi trabajo de investigador y viví una vida tranquila. Pero entonces, de repente, recibí una llamada telefónica y me enteré de que habían secuestrado a mi querido hijo. Los secuestradores me habían pedido que fuera de incógnito para investigar la organización a la que me habían obligado. Cuando vuelvo al lugar, me traicionan un colega de confianza y un afrodisíaco que me proporciona un placer ineludible. Aunque agotada física y emocionalmente, luché como una madre por mi hijo...