Para aliviar mi fatiga diaria, hice un viaje de lujo. Al llegar, me recibieron calurosamente tres jóvenes azafatas que me dijeron: "Si necesita ayuda, no dude en decírmelo". Estaba tan excitado por disfrutar del mejor servicio que fantaseé con que me masturbaran, y mi erección empezó a crecer. Las jóvenes camareras intuyeron mis fantasías y su actitud cambió en un instante. Me miraban por encima del hombro, me insultaban, me miraban como si fuera basura, ¡pero al final me hicieron una paja! ¿Quién iba a pensar que "si necesitas ayuda, dímelo" incluiría la masturbación...?