No se le da bien hablar con la gente. Ha sido una solitaria desde niña, y el dibujo es su único mundo. Incluso cuando entra en la escuela de arte, sigue sin encajar, su presencia es mínima y pasa los días en un rincón del aula, dibujando en silencio con un lápiz en la mano. Pero un día, cuando la invitan a una pequeña clase de dibujo, el mundo de Sacha se tambalea un poco. Como no había modelos desnudos, se ofreció voluntaria para pintar. Sólo para pintar. Para interpretar el papel de otra persona...