Llamé a una repartidora para satisfacer mi apetito sexual diario. La mujer que acudió a mi puerta era una bella, voluptuosa y extraordinaria mujer casada llamada Lena. Poco después del cuestionario, comenzó el juego, una obra maestra, y me quedé hipnotizado al instante por sus hábiles dotes de provocación. Antes de darme cuenta, estaba hipnotizado por Lena y no podía esperar ni una semana para tener más...