Tras un año de matrimonio, los ingresos de mi marido disminuyeron y no podíamos llegar a fin de mes, así que decidimos irnos a vivir con mis padres. Estábamos intentando adaptarnos a nuestra nueva vida, trabajando duro y preparándonos para tener un bebé cuando ocurrió. Incapaz de soportar el dolor de tener un bebé, mi suegro se volvió de repente contra mí. A partir de entonces, me violaba todos los días, por mucho que me resistiera. Esta retorcida relación duró mucho tiempo y, antes de que me diera cuenta, habían pasado cuatro años...