Mi esposa Mina y yo habíamos vivido felices para siempre, o al menos eso creíamos. Un día, llegué pronto a casa del trabajo y encontré un par de zapatos desconocidos en el recibidor. Me asomé al salón y vi a mi amada esposa, un hombre al que nunca había visto antes, devorando el pene de mi vecino. Para colmo, el móvil de mi mujer grabó todo el tiempo que ella seguía las instrucciones de mi vecino y hacía todo lo que él le decía. Más tarde, mentí y dije que llegaría tarde a casa y eché un vistazo al dormitorio...