Trabajando en el mostrador del ayuntamiento, Aokon tenía una sonrisa brillante y era muy querida por los ciudadanos y el personal. Como subalterno, le tenía un cariño secreto, pero un día, cuando cometí un error al tratar con un anciano que acosaba a los clientes, Aokon intervino para protegerme. Sin embargo, el comportamiento del viejo se intensificó y vi cómo Aokon se volvía sumisa...